Esta semana hemos celebrado el día de San Vicente Mártir, patrón de nuestra ciudad. Mucha gente ha aprovechado para visitar los lugares relacionados con el martirio del santo. En el subsuelo de la plaza de la Almoina se encuentran las ruinas arqueológicas de la Cripta de la Cárcel de San Vicente y sobre ellas se levanta uno de los edificios más bonitos de Valencia: La Casa Sancho, más conocida popularmente como la “Casa de Punt de Ganxo” por la decoración de su fachada que recuerda a un tejido hecho de ganchillo.
Fue construida en 1906 por el arquitecto Perís Ferrando en estilo modernista. Destaca, como hemos dicho, su bella fachada de esgrafiados blancos sobre fondo granate. En la planta baja tiene integrada una pequeña capilla del S. XVIII como recuerdo del lugar donde estuvo prisionero San Valero, compañero y maestro de San Vicente.
En una callejuela oscura apenas transitada, a espaldas de la Lonja, hay una casa con la puerta tapiada. En ella vivía el último verdugo público de Valencia.
Se llamaba Pascual Ten y cuentan las crónicas que se enamoró de su última ejecutada, una mujer de gran belleza apodada “la Perla Murciana” acusada del asesinato de su marido. Solicitó el indulto para ella pero no le fue concedido. Él mismo ejecutó la condena a garrote vil. Su compasión no se consideró digna de su oficio y por esa razón fue cesado inmediatamente de su cargo. Esto sucedió en 1896 y poco tiempo después las ejecuciones dejaban ser públicas para llevarse a cabo únicamente dentro del ámbito penitenciario.
En la calle Corona se encuentra el antiguo asilo del Marqués de Campo. Fue construido en 1883 por mediación de José Campo, importante político valenciano que lo destinó a la acogida de niños necesitados. El edificio se edificó en estilo neogótico con influencias germánicas.
De todo el conjunto destaca especialmente la capilla, que por su configuración se convierte en un curiosísimo “engaño” arquitectónico. Para empezar, cuando atravesamos el arco ojival de la fachada creyendo que accedemos a la capilla realmente lo estamos haciendo al vestíbulo del asilo. Y es al entrar en ella cuando apreciamos el peculiar efecto visual. Sobre una planta de reducidas dimensiones se levanta una nave de gran altura (14 metros) imitando una catedral gótica en miniatura con todos sus elementos característicos (crucero, girola, cimborrio). Y no solo eso, las columnas que la sustentan, aparentemente de piedra, en realidad son de hierro pintado.
Actualmente, el Asilo del Marqués de Campo (como otros edificios religiosos de la ciudad) forma parte de la Universidad Católica de Valencia.