Muchos son los atractivos turísticos que ofrece la población valenciana de Zarra y entre ellos destaca por su singularidad el curioso campanario exento de la iglesia de Santa Ana, alzado en medio de la plaza principal y alejado de la nave del templo.
No es este el único campanario exento de la Comunidad Valenciana, sirva como referencia los de Castellón de la Plana (el famoso “Fadrí”), Alcalá de Xivert, Benicarló, Castielfabib, Guadalest o Benialfaquí. El mismo “Micalet” de la catedral de Valencia fue en sus orígenes una torre exenta. Lo que convierte el de Zarra en un campanario atípico son las circunstancias de su construcción. Si observamos el edificio de la iglesia nos causará cierta extrañeza por su inusual volumetría y por la disposición de sus elementos arquitectónicos. Ello se debe a que el templo se empezó a construir a finales del siglo XVIII pero nunca se llegó a finalizar, quedando inacabados el crucero y el presbiterio. En cambio, el campanario se erigió en 1880 en el lugar donde supuestamente debía unirse a los tramos de la nave central que nunca se terminaron.
No obstante, hubo un tiempo en que la torre estuvo unida a la iglesia mediante un muro de mampostería que protegía un huerto adyacente (como puede apreciarse en la fotografía al pie). Dicho muro fue derribado tras la Guerra Civil y en su lugar se construyeron un frontón, un bar y un cine adosados a la iglesia, en el mismo solar donde se ubica actualmente la Casa de la Cultura.
La torre sigue los cánones de los tradicionales campanarios valencianos. Consta de cinco cuerpos prismáticos de base cuadrada con volúmenes descendentes: el primero tiene puerta de acceso y presenta un aspecto ligeramente fortificado debido a su acabado en sillería y mampuesto; el segundo, muy austero, únicamente tiene un pequeño ventanuco que da luz a la escalera interior; el tercero luce un doble reloj de esferas y otro de sol; el cuarto, con arcos de medio punto, alberga el cuerpo de campanas y el último de ellos está rematado por un cupulín clásico de teja blanca y azul sustentado por arbotantes.
Cabe citar como curiosidad que las cuatro campanas (recientemente restauradas) hasta hace pocos años eran volteadas manualmente y tras el fallecimiento de Juanero (el último campanero mayor de Zarra) se tocan mediante una aplicación móvil. Tecnología y tradición se dan la mano en uno de los campanarios más insólitos de nuestras tierras.
Agradecimientos a Mayte y a Vero por su colaboración
En 1851 se funda la congregación religiosa Siervas de María Ministras de los Enfermos. En 1872 la congregación se establece en Valencia, en un inmueble de la plaza de San Miguel. Al poco tiempo y gracias a una donación se trasladan a una cercana casona en la esquina de las plazas de Mossen Sorell y Tavernes de Valldigna. Aquí permanecerán hasta 1979, cuando se desplazan a un nuevo edificio en la calle San Dionisio, a espaldas del convento. Debido a la falta de vocaciones, las Siervas de María se ven obligadas a abandonar el convento en 2015, quedando sin uso hasta su adquisición por parte de una empresa de eventos.
Esta circunstancia ha permitido la apertura al público del espacio más emblemático del convento, la capilla de Santa Ana, una de esas joyitas ocultas de Valencia que merecían ser redescubiertas. Se trata de una capilla de estilo neogótico levantada en 1903 por el arquitecto municipal José Calvo, uno de los impulsores del Ensanche y autor a su vez de la iglesia de San Juan y San Vicente, con la que esta capilla guarda muchas similitudes. Como buen edificio neogótico, la capilla de Santa Ana es todo un compendio de elementos arquitectónicos que imitan el estilo medieval: bóvedas de crucería, arcos apuntados y conopiales, ojivas, vidrieras, parteluces…
Este fin de semana se celebra el festival Vibra Mahou con sesiones de Djs y actuaciones en directo de grupos musicales, convirtiendo la capilla en una insólita discoteca cuya hipnótica estampa es digna de película.
Hoy celebramos la festividad de San Vicente Mártir, patrón de la ciudad de Valencia, al que la gente llama popularmente “el de las cruces para dentro”. Es habitual en este día recorrer los lugares relacionados con el martirio y muerte del santo.
Uno de los lugares que no debe faltar en el recorrido es la iglesia barroca de Santa Mónica, situada al otro lado del puente de Serranos, a la entrada del barrio de Sagunto. En su interior se conserva una columna de piedra de origen romano que perteneció al desaparecido Mesón de las Dos Puertas o de Aragón, que estaba a espaldas de la iglesia. Según la tradición, San Vicente fue atado a ella la primera noche de su llegada a Valencia para ser juzgado.
Dicha tradición queda reflejada en el texto escrito en el bello retablo cerámico que enmarca la columna: “Padrón de inmortal memoria serás o pilar sagrado donde Vicente fue atado por dar a esta calle gloria. Tradición es bien notoria que en esta casa o mesón hizo una noche mansión de Daciano a la inclemencia viniendo preso a Valencia desde el Reyno de Aragón”.
En otro lugar del templo una placa nos recuerda la procedencia de la columna y como llegó hasta aquí: “La columna del mártir San Vicente fue trasladada a este lugar con autorización del Excmo. y Rvdmo. Sr. Arzobispo de Valencia Dr. D. Marcelino Olaechea y Loizaga, en julio de 1960, al ser expropiada y derribada para ensanche de la calle, la casa-mesón que la conservaba en la calle Sagunto número 13 (antes 25), sita a espaldas de este capilla del templo parroquial de Santa Mónica y a sólo 20 metros de distancia”.
En la población de Siete Aguas se encuentra la Cruz Pairal (o Peirón), que cuenta con una singularidad que la diferencia de otras cruces de término similares: fue erigida para señalizar la frontera entre los reinos de Castilla y Valencia.
Construida en 1432 por orden del Conde Berenguer-Mercader marcó el límite de ambos reinos hasta 1851, año en que la comarca castellana de Utiel-Requena fue incluida en la provincia de Valencia convirtiendo así al rio Cabriel en la nueva frontera oficial.
La cruz, de estilo gótico flamígero, está labrada con motivos religiosos representados por las figuras de San Antonio, San Francisco, Cristo Crucificado y la Virgen con el Niño. Un trenzado vegetal enlaza por ambas caras el escudo de armas de los Berenguer-Mercader. Aunque la base y la columna han sido restauradas, el capitel y el crucero son los originales.
En origen, la Cruz Pairal estuvo situada en la partida de las casas de la Contienda, junto al Camino Real. Tras varios cambios de emplazamiento, actualmente se encuentra ubicada en el parque de la Glorieta, a la entrada a Siete Aguas.
En la Catedral de Valencia se esconden toda clase de criaturas asombrosas que, con paciencia y buenas dotes de observación, seremos capaces de encontrar.
Junto a la puerta de acceso a la capilla del Santo Cáliz un hombrecillo totalmente cubierto de vello es atacado por unas bestias. Se trata de un homo sylvaticus, imagen recurrente en la iconografía medieval que representa al hombre salvaje que vivía en los bosques, cuyos rasgos lo emparentan con seres del folclore universal como hombres-lobo, yetis, bigfoots, sasquatchs o basajauns.
Ahora que parece consolidarse lo de celebrar las Campanadas de Fin de año a lo grande en la plaza del Ayuntamiento, no está de más recordar que dicha actividad lúdica se viene celebrando desde hace 23 años en la popular plaza de Patraix, reconvertida para la ocasión en nuestra particular Puerta del Sol valenciana.
A falta del famoso reloj de la Casa de Correos madrileña, es el del campanario de la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús el encargado de marcar el tránsito al año nuevo. El templo que preside la plaza, de estrecha volumetría alargada y esquinera, es de una sola nave cubierta con bóveda de cañón sin capillas laterales. Su inusual planta se debe a que fue construido sobre el solar de unas dependencias –seguramente caballerizas- del antiguo palacio señorial de Patraix. El coqueto campanario octogonal fue remodelado en 1917 por el reconocido arquitecto Javier Goerlich.
Ayer tuvimos la oportunidad de asistir, por cortesía de nuestros amigos de Valencia Bonita, a un impresionante concierto de campanas en la torre del Micalet a cargo de los Campaners de la Catedral de Valencia. Fueron ellos los que se encargaron de voltearlas manualmente con distintos toques tradicionales consiguiendo un ambiente místico que hizo vibrar las paredes de la Sala de las Campanas. Video: https://photos.app.goo.gl/ULFJBVfm68mUzVJf2
Esta sala de planta octogonal se encuentra en el cuarto cuerpo de la torre y alberga once campanas de las trece que tiene el campanario, todas bautizadas con su propio nombre: Caterina, Jaume, Úrsula, Pau, Arcis, María, Vicent, Andreu, Manuel, Barbera y Violant. Siendo la María la más grande y la Úrsula la más pequeña. La Caterina es la más antigua, datada en 1305 es anterior al propio Micalet y perteneció al campanario primitivo de la catedral. Las dos campanas restantes están en la terraza: Miguel (que da nombre al campanario) y la de los Quarts.
Bajo la Sala de Campanas existen otras dos estancias que, al igual que esta, tienen el acceso restringido a los visitantes. En el segundo cuerpo, se encuentra la Presó, que a pesar de su nombre se utilizaba como albergue para todos aquellos que huyendo de la justicia se acogían a sagrado. En el tercer cuerpo se halla la casa donde residía el campanero y su familia, comunicada con la sala superior mediante un agujero en el techo por el cual bajaban las cuerdas de las campanas cuyos toques eran más habituales.
Hay experiencias que no tiene precio, y recorrer los tejados de la Catedral al atardecer es una de ellas. Se accede a los tejados por una escalera de caracol oculta en una de las capillas laterales del templo, y se accede al exterior por una torre rematada en un pináculo piramidal. Ahí arriba, lejos del mundanal ruido, tienes una perspectiva insólita de la propia Catedral y de los alrededores.
Contemplarás de cerca las azules cúpulas de teja vidriada, acariciarás con tus manos las ventanas de alabastro translúcido del cimborrio octogonal del S. XIV y pasearás bajos los arbotantes que sostienen la estructura pétrea.
Momentos únicos y emocionantes que, al igual que cantaría Bob Dylan, es como estar tocando a las puertas del Cielo.
Como todos los años las parroquias del distrito marítimo viven sus días más especiales durante la celebración de la Semana Santa. Aprovechando las procesiones vale la pena visitar las principales iglesias y descubrir algunas de sus leyendas y curiosidades históricas.
La de Santa María del Mar en el Grao, por ejemplo, tiene su origen en el S. XIV, aunque el templo actual fue construido en el S. XVII. En su interior alberga la talla de un Cristo crucificado, conocido cariñosamente como el Negret por su color oscuro. Cuenta una hermosa leyenda que en 1411 la talla llegó desde el mar flotando por el rio sobre una escalera de 33 peldaños. El rio Turia ejercía de frontera natural entre el Grao y Ruzafa (entonces municipios independientes). Como ambos poblados se disputaban la posesión del Cristo, las autoridades decidieron lanzar de nuevo la talla al mar para ver hacía donde se dirigía. Las aguas condujeron la talla hasta la orilla del Grao.
Y si las aguas protagonizan la leyenda, también lo hacen de un hecho histórico decisivo. Adosada a la fachada principal de la iglesia se encuentra una fuente con un niño sentado sobre una concha marina; Fue colocada en 1859 para dotar de agua potable a los vecinos del Grao, nueve años después de que la primera red de suministro se inaugurase en la capital.
El Convento de Santa Clara se encuentra en la avenida de Pérez Galdós. Se trata de un edificio religioso construido en 1911 por el arquitecto Ramón Lucini, en estilo historicista medievalista. Destaca por su cerramiento de muros de mampostería careada mixta con recercado de huecos que remite directamente a la arquitectura teresiana y por la iglesia neoclásica a la que se accede por un pequeño atrio.
Existe en Valencia la tradición de que las falleras depositen huevos en el convento como ofrenda a la patrona del buen tiempo, (y también de la televisión y las telecomunicaciones, por cierto) rogándole que no llueva durante las fiestas.
Este año la ofrenda ha debido ser generosa, puesto que las lluvias que amenazaban con aguar la semana fallera remitieron justo antes de la plantá…