En la población de Siete Aguas se encuentra la Cruz Pairal (o Peirón), que cuenta con una singularidad que la diferencia de otras cruces de término similares: fue erigida para señalizar la frontera entre los reinos de Castilla y Valencia.
Construida en 1432 por orden del Conde Berenguer-Mercader marcó el límite de ambos reinos hasta 1851, año en que la comarca castellana de Utiel-Requena fue incluida en la provincia de Valencia convirtiendo así al rio Cabriel en la nueva frontera oficial.
La cruz, de estilo gótico flamígero, está labrada con motivos religiosos representados por las figuras de San Antonio, San Francisco, Cristo Crucificado y la Virgen con el Niño. Un trenzado vegetal enlaza por ambas caras el escudo de armas de los Berenguer-Mercader. Aunque la base y la columna han sido restauradas, el capitel y el crucero son los originales.
En origen, la Cruz Pairal estuvo situada en la partida de las casas de la Contienda, junto al Camino Real. Tras varios cambios de emplazamiento, actualmente se encuentra ubicada en el parque de la Glorieta, a la entrada a Siete Aguas.
Situada sobre un estratégico promontorio que domina el Valle de Ayora, la bella población de Jarafuel conserva un casco antiguo de enrevesado urbanismo que remite a su origen árabe. En la parte alta, arremolinado a los pies del castillo, se extiende el laberinto de empinadas callejuelas, placetas y atzucacs que configuran los barrios de La Peña, Solana y Morchón.
En este último, el más antiguo, encontraremos el pintoresco Callejón de los Mudos, un estrecho paso de de siete metros y medio de longitud y una anchura media de 50 centímetros (48 en su parte más estrecha y 70 en la más ancha).
Sin lugar a dudas, el Callejón de los Mudos es uno de los más estrechos de la Comunidad Valenciana y podríamos aventurar que posiblemente el que más…¿Alguien podría indicarnos otros candidatos al puesto?
Entre los términos de Paterna y Ribarroja, teniendo como límite natural el cauce del rio Turia, se extiende La Vallesa, un magnífico ejemplo de bosque mediterráneo que ha conseguido preservar su esencia natural a pesar de la presión urbanística de las zonas residenciales que lo circundan ejercen sobre él.
Como todo bosque que se precie, La Vallesa guarda un secreto: en lo más profundo de su arboleda se esconde en forma de tesoro hidráulico un antiguo lago artificial rodeado de espesa vegetación, que su entorno en una bella estampa paisajística.
El lago, situado en una zona privada del bosque perteneciente a la familia Trénor, funciona como embalse, del cual parte un acueducto por el cual discurre la acequia que abastece los campos de regadío de la vecina finca de la Vallesa de Mandor. El acueducto, rematado por una elegante balaustrada transitable, consta de 10 arcos (algunos de ellos cegados), que salvan el desnivel formado por el barranco de Mandor. La construcción tiene una longitud de 82 metros, una anchura de 80 centímetros y mide 11 metros en su punto más alto.
Muy cerca de allí, ya en campo abierto, se levanta la Lloma de Betxí, un yacimiento arqueológico de la Edad de Bronce (datado entre 1800 y 1300 a.C), acondicionado para las visitas y que merece la pena conocer.
Si existe una estampa exótica e inusual en la ciudad es la que se encuentra los cientos de automovilistas que diariamente discurren por la avenida de Pio Baroja a la altura del Cementerio de Campanar: sobre una suave colina se levanta una construcción que parece transportada de allí desde el corazón de África.
Se trata de dos viviendas hechas de adobe, madera y plástico que, con sus propias manos y mucha paciencia, un inmigrante del Congo construye a imitación de las de su país natal. Pese a lo precario de la construcción, sorprende el intento de decoración a base de inscripciones, que en algunos casos están realizadas con materiales inusuales como plumas de aves.
Dejando a un lado las posibles connotaciones morales, legales, sociales e incluso arquitectónicas, nos encontramos ante un pequeño retazo de África en Valencia, casualmente muy, muy próximo al Bioparc, donde se recrean extensos hábitats del hermoso continente africano.
Fotografía: Frederic Torres
Este fin de semana se estrena la nueva película de Los Vengadores, la famosa y rentable saga de superhéroes ideada por la Marvel. Iron Man, Hulk, Capitán América, Spiderman y demás tienen como sede un rascacielos conocido como Torre Stark, reconocible por su logotipo consistente en una característica letra A mayúscula (A de Avengers), encerrada en un circulo.
En teoría, el rascacielos se encuentra en Nueva York, pero si paseamos por la zona de Nou Campanar nos toparemos con un edificio que luce en su fachada un logotipo con un sorprendente parecido con el de la Torre Stark. ¿Acaso Los Vengadores tienen aquí una sucursal donde trasladarse en el supuesto de que los supervillanos ataquen su sede principal?
Y es que deambular por Valencia nos permite hallar, además de vestigios históricos, artísticos o etnológicos, estos pequeños placeres frikis.
Fotografía: La Valencia Insólita
Hay experiencias que no tiene precio, y recorrer los tejados de la Catedral al atardecer es una de ellas. Se accede a los tejados por una escalera de caracol oculta en una de las capillas laterales del templo, y se accede al exterior por una torre rematada en un pináculo piramidal. Ahí arriba, lejos del mundanal ruido, tienes una perspectiva insólita de la propia Catedral y de los alrededores.
Contemplarás de cerca las azules cúpulas de teja vidriada, acariciarás con tus manos las ventanas de alabastro translúcido del cimborrio octogonal del S. XIV y pasearás bajos los arbotantes que sostienen la estructura pétrea.
Momentos únicos y emocionantes que, al igual que cantaría Bob Dylan, es como estar tocando a las puertas del Cielo.
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Fotografía: La Valencia Insólita
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Fotografía: La Valencia Insólita
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Fotografía: La Valencia Insólita
Fotografía: Vicent M. Pastor /Levante EMV
Recientemente ha tenido lugar un extraño fenómeno en la playa del Perellonet. Han emergido de la arena casi un centenar de pirámides de hormigón de dos metros de altura, que jalonan la primera línea de playa.
No se trata un vestigio de civilizaciones remotas, ni de un modo de comunirse con seres de otros planetas. En realidad forman parte de la escollera que se construyó en los años 60 para proteger el litoral del oleaje y que con el paso de los años habían quedado sepultadas bajo la arena. Pero ahora, los fuertes temporales de las últimas semanas las han sacado de nuevo a la superficie, creando una estampa de irreal belleza.
Fotografía: La Valencia Insólita
Hace un tiempo hablábamos de la cisterna romana que se encuentra en el interior del restaurante La Moma en la calle Corretgería. Recientemente, en el mismo local se ha descubierto bajo una losa una galería subterránea, de la cual se especula (a falta de pruebas documentales) que pudiera tratarse de un tramo de un supuesto pasadizo secreto que llegase a la Catedral.
Parece más probable que sea de origen romano y por lo tanto pertenezca al propio sistema de conducción de aguas de la cisterna. Sea como fuere, el espacio ha sido habilitado y decorado con objetos antiguos y puede ser observado a través de una claraboya de cristal.
Fotografía: La Valencia Insólita
Un año más celebramos la festividad del santo patrón de nuestra ciudad y como siempre retomaremos la clásica conversación de si la fiesta es de “cruces para dentro” o de “cruces para afuera”. De las cruces de término de la ciudad de Valencia ya hemos hablado en otras ocasiones. Pero hoy nos vamos a detener ante la más desconocida de ellas: la situada en el Camí Vell de Picassent.
El Camí Vell de Picassent partía antiguamente del Cementerio General y atravesaba la Huerta de Favara en dirección a la población de Picassent. Las obras del cauce nuevo del Turia fragmentaron el curso del camino. La cruz se halla en un tramo de este camino situado entre la carretera de Alba y la V-30, interrumpido por la autovía y sin salida a esta. Su tipología es similar al del resto de cruces históricas de la ciudad y podría tener sus orígenes en los siglos XIV o XV. Junto al crucero, un puentecillo sobre una acequia da acceso a la parte trasera de la Ermita de la Aurora, cuyo empedrado esta presidido por otra cruz muy curiosa.
Al no ser lugar de paso, su emplazamiento convierte a este conjunto en un lugar secreto y casi invisible de bucólica belleza.
Fotografía: Google Maps
Existen lugares anodinos que un día se tornan insólitos gracias al uso extravagante que se hace de ellos. Hablábamos en una ocasión de una estación subterránea inundada de la inacabada línea T2 de Metrovalencia, y que alguien convirtió en “rio navegable” al aventurarse a surcar sus aguas en una barca hinchable.
Esta misma línea de metro, cuyo proyecto era unir el centro de la capital con el barrio de Nazaret y cuyas obras siguen paralizadas, se ha vuelto a convertir en noticia recientemente debido al uso peculiar que se ha hecho de ella.
Durante la pasada Nochevieja la estación de la calle Alicante se transformó en una discoteca improvisada en la cual alrededor de 400 personas celebraron una rave ilegal a ritmo de techno hasta que fueron desalojadas por la policía.
Rio subterráneo, discoteca ilegal… extrañas utilidades para una estación de metro. ¿Cuál será la siguiente? Se admiten sugerencias.