Hoy se celebra la “festa grossa” de nuestra ciudad, el día del Corpus. Durante la Procesión se van sucediendo personajes de origen bíblico con otros casi mitológicos. Pero hay uno que enseguida llama nuestra atención por su extraño y amenazador aspecto: La Tarasca.
Se trata de un monstruo con seis patas, cuerpo de tortuga, cola de escorpión y cabeza de león. Representa al dragón que según la leyenda fue vencido por Santa Marta cerca de la ciudad francesa de Tarascón (de ahí su nombre) y es presencia habitual en otras procesiones del Corpus españolas como la de Granada, Toledo o Zamora.
En Tarascón, su ciudad de origen, cuenta incluso con un monumento propio junto al castillo.
Se suele considerar dentro del ámbito de las ciencias paranormales que el primer ¨poltergeist” documentado en España tuvo lugar en Valencia.
Sucedió en 1915. En un edificio de la plaza del Esparto comenzaron a ocurrir sucesos inexplicables como extraños ruidos que llenaron de pánico durante meses a los vecinos del inmueble. La prensa, tanto local como nacional, dio cumplida información de los supuestos fenómenos paranormales provocando que una multitud de personas se agolpara en la plaza con la intención de escuchar o ver al “Duende de Esparto”, que es como se bautizó a la maligna entidad que provocaba los sonidos misteriosos.
Tal fue la expectación creada, que por primera vez en la historia de España se mandó registrar una casa “encantada” por orden judicial. Casi medio centenar de policías se encargaron de inspeccionar exhaustivamente la finca sin resultados concluyentes.
Hasta que un día, de repente, los ruidos cesaron. Pero aun hoy en día hay quien al pasar frente al edificio acerca el oído por si acaso escucha al Duende de Esparto.
El Palacio Real de Valencia fue uno de los edificios más emblemáticos que existieron en nuestra ciudad. Construido en el S. XI fue residencia de reyes hasta su derribo a principios del XIX. Se encontraba situado en lo que actualmente es la calle General Elio y dio nombre tanto al puente del Real como a los que fueron sus jardines que hoy conocemos también como Viveros.
En 1810, durante el asedio de las tropas de Napoleón el palacio fue arrasado, pero no por los franceses como pudiera pensarse, sino por los propios españoles que en una desafortunada estrategia militar decidieron destruir el edificio para que no cayese en manos enemigas.
Fue tal el montón de cascotes que se formó que cuatro años después el General Elio ordenó que se cubrieran de tierra y vegetación dando lugar a las “muntanyetes d’Elio” que todavía perviven integradas en los jardines del Real.
Hace unos años una excavación arqueológica en la base de los montículos dejó a la vista fragmentos de una de las fachadas del palacio.
Mucha gente recordará que a mediados de los 80 unas obras de canalización en General Elio dejaron a la vista una buena parte de los restos del palacio que tras diversas polémicas fueron cubiertos de nuevo por el asfalto.
En la parte posterior de las Torres de Serranos es posible observar, a la derecha del arco de paso, una pequeña campana de bronce verdoso.
La campana aunque tiene grabada la fecha de 1662 es mucho más antigua. Procede del Convento de San Antonio que estaba situado en la calle Sagunto. En el S. XIV fue colocada en un torreón de la muralla primitiva y cuando este fue derribado se reubicó en el recién construido Portal de Serranos.
Durante siglos tuvo funciones dispares como avisar de incursiones enemigas o anunciar la fuga de un preso. Durante el ataque de las tropas napoleónicas a Valencia un fragmento de metralla dejó mellado el borde de la campana y desde entonces quedó muda para siempre.
El día 2 de de Mayo de 1808 se produjeron en Madrid los primeros levantamientos populares contra la invasión de ejército francés dando origen a la que se conoce como Guerra de la Independencia.
La sublevación en Valencia tuvo lugar el día 23 a través del simbólico y célebre grito del Palleter que enarbolando su fajín a modo de bandera declaró la guerra a los franceses.
De los enfrentamientos con el ejército de Napoleón Bonaparte todavía quedan huellas visibles en nuestra ciudad. Quizás el ejemplo más emblemático sea el de los cañonazos que recibieron las Torres de Quart y que aún hoy en día podemos observar claramente.
A San Vicente Ferrer se le atribuyen numerosos milagros. Entre ellos, quizás el más renombrado sea el “del mocadoret”.
Cuenta la tradición que el santo estaba predicando en la plaza del Mercat y soltando un pañuelo (mocadoret) al viento dijo a los fieles que escuchaban su sermón que si seguían su vuelo, el pañuelo les llevaría hasta un lugar donde sus habitantes necesitaban ayuda urgente. El pañuelo los guió hasta una casa en la que una familia estaba muriendo de hambre y así pudo recibir la caridad de las buenas gentes de Valencia.
En la fachada del numero 5 de la plaza conocida precisamente como Miracle del Mocadoret existe un retablo cerámico que conmemora aquel milagro.
Que nadie busque en el callejero de Valencia la Plaza de la Constitución, porque no la encontrará. El último vestigio que queda es una placa situada en la fachada de la Iglesia de Santa María del Mar recayente a la Avenida del Puerto. Antiguamente la iglesia no estaba alineada con la avenida sino que delante de ella había una manzana de edificios con los cuales formaba la plaza. Esta recibió su nombre como celebración por la primera Constitución promulgada en 1812.
La placa actual es de finales S. XIX y sustituye a la original, destruida a raíz de unos incidentes acaecidos durante la visita del rey Fernando VII al Grao de Valencia.
El próximo miércoles se conmemora, como todos los años, la entrada de Jaime I en Valencia en 1238 tras conquistarla a los musulmanes. Cuenta la leyenda que el Rey prometió a sus soldados que aquellos que entrasen los primeros en la ciudad conquistada podrían repoblarla con mujeres traídas de su tierra de origen. Es así como llegaron a Valencia 300 doncellas para casarse. De inmediato, se consumaron 7 matrimonios. Como recuerdo a estos primeros pobladores cristianos se esculpieron en piedra las 14 cabezas de estos en el alero de la puerta románica de la Catedral (la situada en la Plaza de la Almoina)
Aunque los bancos no gozan de mucha popularidad en estos momentos conviene recordar que la segunda entidad bancaria pública que hubo en el mundo fue en Valencia. Se llamó Taula de Canvis y fue autorizada por Martín el Humano en 1407 a imitación a la de Barcelona creada seis años antes. Consistía en una mesa de madera regida por las autoridades municipales en la cual se intercambiaba moneda y letras de cambio (de ahí su nombre) y se velaba por la legalidad de las transacciones económicas. Funcionó hasta el S.XVIII.
La Taula de Canvis aun se conserva, podemos contemplarla en uno de los salones del Palacio de Cervelló (situado en la plaza de Tetuán).
¿Quién no recuerda aquella mítica finca situada en la Rue del Percebe que aparecía en los tebeos del genial dibujante Ibáñez?
Cuando Javier Fesser llevó al cine “La gran aventura de Mortadelo y Filemón” eligió Valencia para recrear la emblemática dirección de 13, Rue del Percebe, rodando en un edificio del barrio de Carmen, ubicado en la esquina de las calles Alta y Mesón de Morella.
Lógicamente, no derribaron la fachada durante el rodaje, fue la magia de los efectos especiales. Con posterioridad a la película, el edificio fue restaurado.