Hasta el momento de la llegada del agua potable a Valencia, la gente se proveía principalmente de pozos particulares o públicos de tipo abisinio y también de acequias, como la de Rovella. En 1782 ya hubo un primer proyecto de abastecimiento de agua a la ciudad, pero no fue hasta 1850 cuando se inauguró al son del volteo general de campanas el servicio de agua potable teniendo como escenario la plaza del Negrito.
Para la ejecución de las obras se decidió tomar las aguas del río Turia más arriba del azud de Moncada, a la altura de la presa de Manises conduciéndolas a través de los términos municipales de Manises, Quart de Poblet y Xirivella hasta penetrar hacia el centro de la ciudad a través de una canalización subterránea que discurría bajo las calles de Quart y Caballeros.Hemos hablado en otras reseñas de algunos de los elementos que configuran esa red de agua potable primigenia.
Hoy nos detendremos en el acueducto subterráneo que durante seis kilómetros trasporta el caudal desde las instalaciones de La Presa de Manises hasta el edificio de Los Filtros ya en el núcleo urbano de la población.
Es posible detectar el trazado del acueducto a su paso por el terreno de huerta que se extiende entre el polígono industrial de La Cova y el cauce del rio Turia. Observaremos una larga línea de terreno elevado sobre un murete escalonado y flanqueada por una serie de hitos o mojones troncopiramidales, que recuerdan que la conducción hídrica pertenece administrativamente al ayuntamiento de Valencia, a pesar de estar situada en terrenos maniseros. Durante el recorrido encontraremos otros elementos como chimeneas de ventilación e incluso un panel cerámico conmemorativo de la construcción de esta primera red de agua potable con la que contó la ciudad de Valencia.
En la población de Siete Aguas se encuentra la Cruz Pairal (o Peirón), que cuenta con una singularidad que la diferencia de otras cruces de término similares: fue erigida para señalizar la frontera entre los reinos de Castilla y Valencia.
Construida en 1432 por orden del Conde Berenguer-Mercader marcó el límite de ambos reinos hasta 1851, año en que la comarca castellana de Utiel-Requena fue incluida en la provincia de Valencia convirtiendo así al rio Cabriel en la nueva frontera oficial.
La cruz, de estilo gótico flamígero, está labrada con motivos religiosos representados por las figuras de San Antonio, San Francisco, Cristo Crucificado y la Virgen con el Niño. Un trenzado vegetal enlaza por ambas caras el escudo de armas de los Berenguer-Mercader. Aunque la base y la columna han sido restauradas, el capitel y el crucero son los originales.
En origen, la Cruz Pairal estuvo situada en la partida de las casas de la Contienda, junto al Camino Real. Tras varios cambios de emplazamiento, actualmente se encuentra ubicada en el parque de la Glorieta, a la entrada a Siete Aguas.
En la Catedral de Valencia se esconden toda clase de criaturas asombrosas que, con paciencia y buenas dotes de observación, seremos capaces de encontrar.
Junto a la puerta de acceso a la capilla del Santo Cáliz un hombrecillo totalmente cubierto de vello es atacado por unas bestias. Se trata de un homo sylvaticus, imagen recurrente en la iconografía medieval que representa al hombre salvaje que vivía en los bosques, cuyos rasgos lo emparentan con seres del folclore universal como hombres-lobo, yetis, bigfoots, sasquatchs o basajauns.
Entre los términos de Paterna y Ribarroja, teniendo como límite natural el cauce del rio Turia, se extiende La Vallesa, un magnífico ejemplo de bosque mediterráneo que ha conseguido preservar su esencia natural a pesar de la presión urbanística de las zonas residenciales que lo circundan ejercen sobre él.
Como todo bosque que se precie, La Vallesa guarda un secreto: en lo más profundo de su arboleda se esconde en forma de tesoro hidráulico un antiguo lago artificial rodeado de espesa vegetación, que su entorno en una bella estampa paisajística.
El lago, situado en una zona privada del bosque perteneciente a la familia Trénor, funciona como embalse, del cual parte un acueducto por el cual discurre la acequia que abastece los campos de regadío de la vecina finca de la Vallesa de Mandor. El acueducto, rematado por una elegante balaustrada transitable, consta de 10 arcos (algunos de ellos cegados), que salvan el desnivel formado por el barranco de Mandor. La construcción tiene una longitud de 82 metros, una anchura de 80 centímetros y mide 11 metros en su punto más alto.
Muy cerca de allí, ya en campo abierto, se levanta la Lloma de Betxí, un yacimiento arqueológico de la Edad de Bronce (datado entre 1800 y 1300 a.C), acondicionado para las visitas y que merece la pena conocer.
¡Hoy ha sido un día muy especial para nosotros! Nada menos que hemos acompañado a un equipo de “La 2” de TVE a rodar localizaciones para una nueva serie documental, de la cual uno de sus episodios estará dedicado a Valencia.
Recientemente contactó con nosotros el periodista David Ventura para comentarnos que estaban rodando una serie documental que sigue un poco la estela de nuestro blog. La serie, que todavía no tiene nombre definitivo, está dirigida por David Marqués (guionista de la premiada película “Campeones” de Javier Fesser ) y tiene como protagonistas a los conocidos Marta Hazas y Xosé Antonio Touriñan, que interpretan a una pareja que recorre toda la geografía española visitando lugares insólitos, curiosos o poco conocidos.
David nos propuso participar en episodio dedicado a Valencia, apareciendo en el mismo, interactuando con los protagonistas y mostrándoles rincones insólitos de la ciudad. Para ello, elaboramos una lista con varios sitios curiosos, de los cuales hemos seleccionado conjuntamente unos cuantos para que aparezcan en el programa. Así, que nos hemos pasado toda la mañana localizando escenarios y haciendo pruebas de cámara.
El rodaje definitivo, ya con Marta y Touriñán, está previsto para mediados de octubre, si la situación sanitaria lo permite. La serie, que se emitirá a principios del año que viene, promete ser divulgativa a la vez que divertida.
Pues sí, después de un pequeño paréntesis hemos vuelto. Y que mejor modo que anunciando una sexta edición del primer volumen del libro, que tras unos meses agotado seguía siendo demandado por almacenes, librerías, instituciones y particulares.
Después de cinco años desde su publicación, nos sorprende y nos llena de felicidad que La Valencia Insólita , convertido ya en un clásico, todavía encuentre un hueco los entre amantes del patrimonio cultural valenciano.
Gracias infinitas a todos los que seguís haciendo posible esta aventura apasionante.
Hemos empezado el año con una nueva colaboración en el espacio dedicado a Leyendas del programa "La noche con Rosa Rosado" de Cope Radio. En esta ocasión hemos hemos conversado con Rosa y José Talavera acerca de la leyenda de la serpiente Sanxa, inmortalizada por Blasco Ibáñez en su novela Cañas y barro. Podéis escucharlo en el podcast a partir del minuto 20:40.
París, 28 de Diciembre de 1895. Los hermanos Lumiere presentaban la primera proyección cinematográfica de la Historia: una serie de cortometrajes de menos de 1 minuto de duración entre los que se encontraban “La salida de los obreros de la Fábrica” y “La llegada del tren a la estación”. Era el nacimiento oficial del cine como Séptimo Arte.
El Cine llegaba a España pocos meses después; el 28 de Diciembre de 1896, Valencia se convertía en la segunda ciudad en realizar una exhibición pública del recién estrenado invento. El Cine, en sus inicios, era un espectáculo ambulante que se exhibía en teatros, cafés o barracones de feria, en muchos casos como complemento de otros números de variedades. Hubo de esperar hasta 1905 para que se inaugurase la primera sala de Cine con carácter fijo y estable de la ciudad: el Cinematógrafo de la Paz.
El Cinematógrafo se encontraba en los bajos del edificio Bolinches, en la esquina de la calle de la Paz con el Parterre, justo en lo que actualmente es la Oficina de Turismo. Esta sala contaba con personal técnico y abarcaba los tres sectores fundamentales del negocio cinematográfico: Exhibición, distribución y producción.
Si entramos en el interior de la Oficina de Turismo, con su espacio sustentado por esbeltas columnas de hierro, nos resultará fácil vislumbrar todavías como era aquella sala pionera, de cuando las películas aun eran mudas y en blanco y negro.
Puedes conocer esta y otras muchas curiosidades sobre la historia del Cine en Valencia si nos acompañas este viernes 27 de Septiembre a la ruta “Camins de Cinema” que organizamos junto a los compañeros de Caminart.
Para apuntarse, aquí : https://www.caminart.es/rutas/caminsdecinema/
Circulamos por la margen derecha del cauce nuevo del Turia y cuando llegamos a la altura de la partida de Faitanar, donde la línea del AVE sobrevuela los carriles de la V-30 y del propio cauce, por el rabillo del ojo nos da la sensación de que el viaducto de la línea férrea discurre justo por encima de un grupo de viviendas huertanas situadas junta a la autovía. No se trata de un efecto óptico, el puente del tren –literalmente- pasa por encima de la conocida como Alquería de Aiguamolls sumiendo en sombra permanente un extremo del conjunto de edificaciones, algunas de ellas todavía habitadas a día de hoy.
Es uno de esos casos de extraña convivencia entre la modernidad y la tradición, donde el moderno viaducto del tren de alta velocidad ha invadido la bucólica senectud –ya de por sí amenazada por el incesante tráfico de la autovía-de este reducto huertano. Una alquería que hunde sus orígenes a finales del siglo XVII y que representa un claro exponente de caserío valenciano, definido por un edificio principal rodeado de otros destinados a la labranza o al alojamiento de colonos.
El Racionalismo es un movimiento arquitectónico de vanguardia del periodo de entreguerras del S. XX que aboga por el predominio de la funcionalidad sobre la forma prescindiendo de toda decoración superflua. En Valencia tenemos varios ejemplos de este estilo, pero quizás sea el Colegio Mayor Luis Vives la joya racionalista.
Fue diseñado en 1935 por el insigne arquitecto Javier Goerlich como residencia estudiantil de la Ciudad Universitaria que se estaba empezando a construir en el Paseo de Valencia al Mar (actualmente avenida de Blasco Ibáñez). Debido al paréntesis de la Guerra Civil su construcción se prolongó durante casi 20 años, siendo inaugurado en 1954. La curiosa volumetría del edificio evoca elementos propios de la arquitectura naval. Como anécdota cabe citar que fue la primera residencia de estudiantes mixta en España.