Un detallado recorrido visual por la decoración de La Lonja nunca deja de depararnos hallazgos extravagantes, como figuras que representan extrañas criaturas híbridas, escenas de brujería o incluso explícitamente pornográficas. Aún así nuestra sorpresa puede ser mayúscula cuando os topamos con una de estas figuras que guarda un asombroso parecido con Chewbacca, el peludo personaje de la célebre saga cinematográfica de Star Wars. El relieve del inseparable compañero de Han Solo, se encuentra en el arranque de la jamba izquierda de la puerta posterior del edificio, recayente a la calle Lonja.
Si tenemos en cuenta además que otro personaje de la saga como es la Princesa Leia luce un peinado que parece inspirado en el de nuestras falleras, ¿podríamos aventurar que George Lucas visitó Valencia antes de llevar a las pantallas La Guerra de las Galaxias?....
En la esquina de las calles Santo Tomás y Corredors existió en el S. XIX una taberna en la que se vendía vino a granel. Los toneles se almacenaban en una bodega subterránea a la cual se accedía por una estrecha y empinada escalera. Por sus características, este espacio subterráneo sirvió como refugio antiaéreo durante la Guerra Civil.
Fue por esa época cuando el local lo adquirió la familia Bermell, que con el paso de las décadas lo convertiría en uno de los restaurantes más emblemáticos de la ciudad: Ca´n Bermell.
Al igual que en otros locales míticos del barrio del Carmen, durante los años 70 el restaurante era muy frecuentado por políticos de distinto signo y en sus manteles se forjaron muchos acuerdos durante la Transición y la incipiente Democracia. También se sentaron en sus mesas relevantes figuras del mundo del cine (como Fernán Gómez o García Berlanga) y de la literatura, como reconocidos premios Nobel de la talla de Saramago y Vargas Llosa.
Ca’n Bermell cerró sus puertas en 2012, para reabrir recientemente convertido en Viva Tapas Bar, un acogedor local especializado en tapas creativas, en el cual aquella vieja bodega que almacenaba vinos a granel, ahora ha recuperado su función guardando una buena selección de referencias enológicas.
Ayer se presentó oficialmente en el CdT (Centre de Turisme de Valencia) la nueva marca RUTA DE LA SEDA, que pretende impulsar el turismo cultural en nuestra ciudad, aprovechando que Valencia ha sido declarada Ciudad de la Seda por la Unesco, dentro de la serie de iniciativas desarrolladas por esta institución a nivel internacional para poner en valor la milenaria Ruta de la Seda, que desde la antigüedad unía comercialmente Asia con Europa.
La creación de la marca se traducirá en una serie de actividades tales como exposiciones, rutas guiadas o la próxima publicación de un pequeño catálogo con todos los lugares de Valencia relacionados con la elaboración y comercio de la Seda. Un catálogo a modo de folleto turístico, en el cual hemos tenido el inmenso privilegio de participar realizando parte de las fotografías del mismo.
Video: Promo Ruta de la Seda
Situado en la calle Campamento, una de las principales arterias de Benimàmet, el Chalet de Panach actualmente es la sede de la biblioteca pública Teodoro Llorente. Se trata de un claro exponente de vivienda residencial burguesa de principios del S. XX. Perteneció al matrimonio formado por Manuel Panach y Paquita Pastor, dueños de una afamada óptica de la calle Lauria.
Del chalet solo queda el edificio principal, aunque antiguamente llegó a tener viviendas para los guardeses y establos. Su interior se decoraba con azulejos de Nolla y con lámparas que imitaban a las del Hotel Alfonso XIII de Sevilla. Estaba rodeado por un cuidado huerto de naranjos, cuyo terreno correspondía a lo que ahora es jardín y parque de juegos infantiles.
Sus muros encierran muchas historias. Según cuentan, durante la Guerra Civil el militar republicano Valentín González (más conocido como El Campesino) consiguió huir de un tiroteo con los nacionales arrojándose desde una ventana.
Desde la Edad Media hasta finales del S. XIX los enterramientos cristianos se realizaban en cementerios o “fossars” pertenecientes a las iglesias y conventos situados intramuros. Algunos fueron muy importantes, como los de Santa Catalina o San Martín.
Con la construcción del Cementerio General, todos los cementerios parroquiales fueron erradicados, a excepción del de la iglesia de San Juan del Hospital. En el patio sur del conjunto eclesiástico –antigua área cementerial– se conservan cuatro arcosolios sepulcrales del siglo XIII que cobijaban enterramientos familiares y una curiosa capilla hospitalario-funeraria de estilo gótico, donde según cuenta la tradición el rey Jaime I escuchó misa.
Este excepcional patrimonio, hasta ahora oculto a los ojos de los visitantes, ha sido rehabilitado y abierto al público para su conocimiento y disfrute.
2177 baldosas, para ser más exactos, son las que cubren el pavimento barroco de la Sala de la Fama, la estancia más emblemática del recién inaugurado Colegio del Arte Mayor de la Seda, un edificio originario del S. XV profundamente reformado durante el XVIII, que vuelve a abrir sus puertas tras 2 años de restauración.
Desde la escalera gótica a la capilla, son muchos los elementos a descubrir en su interior. Pero son sus pavimentos cerámicos los que más llamarán la atención del visitante: El de les pometes, el del mocadoret y, especialmente, el de la Fama.
Este espectacular pavimento fue creado en 1757 por el artista Vicente Navarro para decorar la sala de juntas, espacio principal del Colegio. Debe su nombre a su figura femenina central, alegoría a la fama mundial de la seda valenciana. Inspirándose en la idea de Bernini para la fuente de la Plaza Navona de Roma, Navarro rodeó la figura de la Fama con animales que representaban los cuatros continentes conocidos en la época: caballos para Europa, leones para África, elefantes para Asia y caimanes para América.
La Casa de la Sirena (o Serena) aunque perteneciente a Alfara de Patriarca se encuentra integrada en la pedanía de Benifaraig. Se construyó en el S. XVI en estilo renacentista, aunque en reformas posteriores se le añadieron elementos barrocos, tratándose de uno de los pocos palacios de carácter rural de la época que subsisten en Valencia. Posee un imponente aspecto fortificado, a pesar de su doble función original como alquería agrícola y villa de recreo. A ello contribuye la torre de la fachada principal, rematada con una cubierta tejada que evoca la de los casilicios de las cruces de término de la capital. Una torre que, según algunos historiadores, pudo inspirar la posterior construcción de los típicos miramares y torretas huertanos.
Aunque el nombre oficial del edificio es el de Casa de Ferragud o de la Torre, se le conoce popularmente como de la Sirena, por la figura con cabeza de mujer y cola de serpiente que rodea su escudo nobiliario.
Muchos creerán que es un campanario, pero la reconocible torre de 32 metros de altura que preside una de las esquinas del Hospital General de Valencia solamente lo es en apariencia. Bajo ese aspecto eclesiástico se esconde en realidad un depósito de agua de 175.000 litros de capacidad, diseñado en vertical para favorecer la presión del agua y lograr el abastecimiento de todo el hospital.
Conocida como la Torre del Agua, se haya integrada en el conjunto hospitalario de la avenida del Cid, inaugurado en 1962 en sustitución del antiguo hospital del S. XV situado en la calle del mismo nombre, actual Biblioteca Pública. El nuevo edificio de líneas neoacademicistas es obra del arquitecto Luis Albert, inspirada en modelos europeos, pero acusando el lenguaje monumentalista de la época.
En la actualidad, la torre-depósito se utiliza como reserva en caso de falta de suministro de agua por fallo de la red general.
Ya os hemos hablado en alguna ocasión del Casino del Americano, el palacete del S. XIX situado al final de la avenida de Burjassot. Un edificio que, pese a su valor arquitectónico y paisajístico, se encuentra abandonado y en estado ruinoso desde hace varios años. Debido a la falta de material grafico y basándose en testimonios de personas que estuvieron en el edificio principalmente en la época en que este se utilizaba como bar de copas, se ha especulado mucho sobre como era la decoración de su interior. Se ha afirmado, por ejemplo, de la existencia de pinturas murales dedicadas a los conquistadores de América, dado el origen indiano del propietario que mandó construir el palacete.
Pues bien, ayer tuvimos la oportunidad de salir de dudas durante una visita que realizamos con los compañeros de Círculo por la Defensa y Difusión del Patrimonio Cultural. Como preveíamos, su interior se encuentra totalmente arrasado y presenta un aspecto tenebroso (con “aparición espectral” incluida). Pocos elementos ornamentales se han salvado del expolio, salvo detalles como la chimenea del salón principal, relieves de escayola con motivos mitológicos o fragmentos de pavimento.
Pero milagrosamente, las pinturas murales a las que hacíamos referencia aun se conservan y en relativo buen estado. Se trata de cuatro pinturas que adornan las pechinas de la cúpula circular que cierra el hueco de escalera y que se encuentra integrada en el torreón central. Para nuestra sorpresa, pudimos descubrir que en contra de lo que sabíamos hasta ahora, dichas pinturas no están dedicadas a los conquistadores de América, por lo menos en parte. En realidad se hayan representados cuatro personajes fundamentales de la historia española de los siglos XV al XVII: Miguel de Cervantes, Diego Velázquez, Gonzalo de Córdoba y Cristóbal Colón.
Pese a la tristeza causada por el total abandono del edificio, nos sentimos orgullosos de haber contribuido aunque sea mínimamente al esclarecimiento de este misterio y por poner al día a todas aquellas personas que durante todo este tiempo nos han preguntado interesándose por esta joya de la arquitectura burguesa valenciana.
Ahora solo nos queda esperar que las instituciones correspondientes procedan al rehabilitación del conjunto y de que una vez por todas lo integren, como está previsto, en el Parque de Benicalap.
Si ya es difícil encontrar vestigios de aquellas salas de cine que amenizaron las veladas de los valencianos durante la segunda mitad del S. XX, hallar indicios de los cines pioneros que hicieron del Séptimo Arte un incipiente espectáculo en los albores del siglo es prácticamente imposible. Salvo honrosas excepciones, y el Cine Montes es una de ellas.
Este pequeño local con aspecto de nave industrial fue inaugurado en 1925. Se encuentra situado en el núcleo histórico de Benicalap, en la calle actualmente conocida como José Grollo y que por aquel entonces era un tramo del Camino Viejo de Burjassot que transcurría por la huerta. Su nombre está dedicado a Arturo Montesinos “Montes”, el primer goleador (e ídolo popular) que tuvo el Valencia C.F, que era natural del barrio.
Aunque muy desdibujado, en el remate de la fachada aun se puede leer el letrero de “Cine Montes”, una autentica reliquia de los años 20.
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