Entre las actuales calles de Quart y Murillo, existió el Convento de la Puridad, construido en el S. XIII. De aquel convento aun sobrevive milagrosamente, encerrado entre fincas y apenas visible desde la calle, su jardín y parte del muro que lo rodeaba.
El jardín cuenta con impresionantes ejemplares botánicos. Entre ellos destacan tres palmeras de casi doscientos años y un olivo de más de cuatrocientos, que con sus dieciséis metros de altura, se convierte en uno de los más altos del mundo.
Cuando llegamos por la calle de Serranos hacia la plaza de Manises nos sorprende encontrarnos con un solitario campanario que no tiene iglesia. Pertenecía a la antigua Colegiata de San Bartolomé, una de las iglesias más antiguas de la ciudad, construida en el S. XIII y reconstruida en el S. XVIII. En los años 40 fue derribada la iglesia, aunque en el último momento, por mediación de varias entidades culturales, se consiguió paralizar el derribo del campanario, aunque no se llegó a tiempo de salvar el remate y el cupulín, confiriéndole su característico aspecto desmochado actual.
No obstante, también se salvaron las tres portadas principales. Una de ellas fue reconvertida en fachada para la iglesia de San Marcelino en el barrio del mismo nombre. Otra podemos encontrarla como entrada a la Escuela de Artes y Oficios de Burjassot. Y sobre la tercera existen discrepancias si desapareció o fue a parar a los Jardines de Viveros.
Del mismo modo, algunas de las obras de arte que había en su interior fueron trasladadas a la actual parroquia de San Bartolomé, ubicada en la avenida Reino de Valencia.
Durante el periodo de la Guerra Civil se llegó a contar en Valencia con más de 250 refugios antiaéreos. De todos ellos apenas se conservan unos pocos. Entre los que todavía subsisten, el que está construido bajo el patio del Instituto Luis Vives es el de mayor tamaño. Consta de cuatro galerías abovedadas paralelas entre sí de 33 metros de longitud cada una. Se accedía al refugio a través de unas rampas que partían del interior del instituto, hoy en día tapiadas. Actualmente se accede a él por una estrecha escalera que hay en el patio.
Aunque situada en una de las arterias principales de la capital esta sencilla cruz muchas veces pasa desapercibida para el intenso tráfico que pasa junto a ella. La cruz del Camí del Grao se encuentra en un jardincillo que hace de medianera entre la avenida del Puerto y la calle Islas Canarias y señalaba el límite por el Este de la ciudad de Valencia con la antigua Villanueva del Grao.
Fue construida en el S. XV, y de aquella época solo se conserva la columna de piedra ya que la cruz fue sustituida por una de hierro y desapareció el casalicio que la cubría. Tampoco su ubicación es la original debido a que las diversas remodelaciones en la avenida del Puerto la han cambiado de sitio en varias ocasiones.
El próximo miércoles se celebra la festividad de San Vicente Mártir, patrón de nuestra ciudad. Es el que la gente conoce popularmente como “el de las cruces para dentro”. Este dicho hace referencia a las cruces de término que antiguamente marcaban el límite municipal y que estaban situadas en los caminos principales de entrada y salida de Valencia.
Todavía existen varias de estas cruces, de distintas épocas y estilos. Entre todas ellas, destacan las cuatro cruces góticas construidas entre los siglos XIV y XV situadas en los caminos que venían a coincidir con los puntos cardinales.
Hoy nos detendremos en la situada en el Oeste. Se trata de la cruz cubierta que delimitaba el antiguo camino de Castilla. Actualmente se encuentra ubicada en una placita en pleno casco urbano de Mislata, rodeada de edificios modernos.
Conserva su estructura original, a excepción de la cruz que corona la columna de piedra, que fue destruida durante la Guerra Civil y sustituida por otra construida en hierro.
Situado en la calle Marques de Caro, en pleno corazón del barrio del Carmen, el Cinematógrafo Caro fue construido en 1910 como un proyecto innovador en nuestra ciudad, que podríamos considerar como un pionero del concepto de multicines actuales.
Consistía en dos salas de proyección separadas por una cafetería, en las cuales debían proyectarse películas mudas acompañadas por música de piano en directo. La realidad es que solo llegó a funcionar una sala. La otra sala se convirtió en los años 30 en el Cine Museo que estuvo en funcionamientos hasta finales de los 80, en que acabó sus días convertido en aquel entrañable “Pasaje del Terror” que muchos tal vez recuerden.
De todo el conjunto solo se conserva el frontis de la fachada del Cine Caro integrado en el patio del Colegio Santa Teresa. Su decoración floral es uno de los ejemplos más hermosos del estilo “sezessión vienesa” en Valencia.
El Monasterio de San Miguel de los Reyes (Actual Biblioteca Valenciana) es una de las mayores obras arquitectónicas de nuestro Renacimiento. No en vano, muchos lo denominan “El Escorial Valenciano”. Entre sus muchas curiosidades, destaca su advocación dedicada (San Miguel aparte) nada menos que a los mismísimos Reyes Magos. Presiden la parte superior de la fachada de la iglesia, rodeando a la Estrella de Oriente, las esculturas de los tres magos con Baltasar como figura central. El protagonismo de Baltasar se debe a que el Duque de Calabria, fundador del monasterio, siempre presumió de ser descendiente del rey portador de la mirra.
Estamos en fechas de compras y regalos y durante estos días, más que nunca, estamos sometidos a un constante bombardeo publicitario a través de diversos medios. Es fácil ver carteles de publicidad recientes en los sitios más insospechados, pero lo que no resulta tan habitual es encontrarse con carteles que cuenten con una antigüedad de casi 60 años.
En la calle Blanquerías se conservan todavía dos paneles cerámicos anunciando una conocida marca de bombillas que datan de finales de los años 50. Miden aproximadamente 4 metros de altura por 3 de anchura y cada uno está alicatado con más de 500 azulejos esmaltados.
Es tal su singularidad, que han sido incluidos en el Catálogo de Bienes Protegidos con la consideración de BRL (Bien de Relevancia Local)
Papá Noel o Santa Claus son algunos de los nombres por los cuales se conoce en distintos lugares del mundo a San Nicolás de Bari. En Valencia tenemos una popular iglesia dedicada a este santo, situada en la calle Caballeros.
Sus bóvedas góticas están totalmente recubiertas con pinturas al fresco diseñadas por Palomino (autor también de los frescos de la Basílica de la Virgen de los Desamparados y los de los Santos Juanes) en el S. XVII. Estas pinturas representan episodios de la vida y milagros de San Nicolás/Papá Noel y del otro titular de la parroquia, San Pedro Mártir.
El Monasterio de la Trinidad es otra de esas joyas prácticamente desconocidas de nuestra ciudad. Su condición de monasterio de clausura ha limitado su acceso (a excepción de la iglesia) durante sus más de 500 años de existencia hasta hoy que por fin puede ser visitado por el público. Situado en la esquina de las calles Trinidad y Alboraya, es el más antiguo recinto monacal de Valencia en conservar su uso original.
Sin duda uno sus elementos más destacados es el bello claustro gótico, aunque no hay que perderse otros como la curiosísima entrada a la cocina o el sarcófago de piedra que acoge los restos de la Reina María de Castilla, esposa de Alfonso el Magnánimo.
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