Anoche se emitió el episodio de la serie documental “Rutas Bizarras” rodado en la provincia de Valencia (y en parte de la de Castellón). Queremos agradecer a todo el equipo de la 2, y especialmente a David Ventura, que nos hayan mencionado en los títulos de crédito como colabodadores. El pasado mes de septiembre estuvimos con ellos sugiriéndoles sitios insólitos de y rodando localizaciones. Llegado el momento, y por desgracia, la situación de la pandemia desaconsejó los rodajes en zonas urbanas, del modo que estos se limitaron a zonas rurales y poco pobladas.
Así que, obviamente, no hubo rodaje en la ciudad y nos quedamos sin conocer a Marta Hazas y a Xosé Antonio Touriñán. Esperemos que si hay una segunda temporada, retomen el tema y podamos volver a colaborar juntos. Mientras tanto, queremos felicitar a todo el equipo de “Rutas Bizarras” por haber ideado un formato didáctico y divulgativo, a la vez que muy entretenido, gracias en buena parte a la increíble química entre Marta y Touri.
Enlace al episodio:
https://www.rtve.es/play/videos/rutas-bizarras/casa-dragon-oveja-siamesa/5932088/
Tal vez… El carreró de Tramoyeres es una estrecha travesía en el barrio del Cabanyal que comunica la calle del mismo nombre con la del Arzobispo Company. En su parte más estrecha apenas alcanza el metro y medio de anchura, de modo que -según se aprecia en la fotografía- no cabe una bicicleta atravesada.
Hay otros ejemplos de vías muy estrechas en la ciudad de Valencia, como es el caso de la Calle Angosta del Almudín - antiguamente conocida como de las Brujas-, a espaldas del histórico edificio del centro de la ciudad. Aun así, es sorprendente la estrechez de esta callejuela del emblemático barrio marinero, si además tenemos en cuenta que la misma cuenta con viviendas habitadas.
¿Y tú que crees? ¿Es el carreró de Tramoyeres la calle más estrecha de Valencia?
Agradecimientos a nuestro amigo César Guardeño de Caminart, incansable viajero urbano, por cedernos las fotografías para esta reseña.
Afortunadamente, Valencia todavía sigue deparando sorpresas paras los amantes de su patrimonio cultural. En los últimos días ha levantado mucha expectación el hallazgo de nuevos restos del mítico mercado de flores diseñado por Javier Goerlich para la plaza de Emilio Castelar (hoy del Ayuntamiento), que fue inaugurado en 1933 y derribado en los inicios de los años 60.
Gracias a la siempre encomiable labor de investigación y seguimiento por parte de amigos y compañeros de batalla como Luís de Manuel, César Guardeño, Rubén Tapias o Tono Giménez, entre otros, ha sido posible localizar un buen número de elementos ornamentales del mercado y de la propia “tortada”, pues así es como se conocía popularmente a la plaza en aquellos tiempos.
Curioso es el destino para que piezas de un mismo conjunto arquitectónico corran suertes tan dispares como acabar en un vertedero o servir de ornato público. De ambas opciones, la segunda es la más agradecida, pero aún así ha sido inevitable que este valioso patrimonio haya caído en el olvido. ¿Cuántas veces habremos pasado por delante de estas reliquias reubicadas en otros lugares de la ciudad sin sospechar su origen?
Sirva para ilustrar el tema dos ejemplos concretos situados en vías muy concurridas de la capital. La fuente ubicada en una isleta ajardinada en la confluencia de la avenida de la Constitución y el Llano de Zaídia no es otra que la fuente original que presidía el centro del mercado subterráneo. Y parte de las columnas que la rodeaban ahora lo hacen en otra fuente, la de los Maulets, cobijada en un tranquilo jardincillo de la avenida del Reino de Valencia.
Y es que, al margen del asunto que hoy tratamos, ninguna de las fuentes históricas de nuestra ciudad está donde le corresponde, pero esa es otra historia que contaremos otro día….
En un parquecillo de Godella adosado a la acequia de Moncada y muy cerca de la iglesia de San Bartolomé se encuentra enclavado un peculiar edificio: La Torreta de Boil o de Serdanyola.
Se trata del único vestigio de la antigua Casa-Palacio de los Boil (o Serdanyola), levantada en el siglo XV y destruida durante la Guerra Civil. La Torreta se erigió en el siglo XVIII como pabellón del jardín del palacio.
Construida en ladrillo y sillares para el recercado de puertas y ventanas, está rematada por un tambor octogonal con cúpula de teja vidriada combinada blanca y azul. El tambor tiene ventanas en cuatro de sus caras y en las otras, hornacinas con esculturas que representan a las Cuatro Estaciones. En su interior conserva interesantes pavimentos de azulejo tipo mocadoret.
Hasta el momento de la llegada del agua potable a Valencia, la gente se proveía principalmente de pozos particulares o públicos de tipo abisinio y también de acequias, como la de Rovella. En 1782 ya hubo un primer proyecto de abastecimiento de agua a la ciudad, pero no fue hasta 1850 cuando se inauguró al son del volteo general de campanas el servicio de agua potable teniendo como escenario la plaza del Negrito.
Para la ejecución de las obras se decidió tomar las aguas del río Turia más arriba del azud de Moncada, a la altura de la presa de Manises conduciéndolas a través de los términos municipales de Manises, Quart de Poblet y Xirivella hasta penetrar hacia el centro de la ciudad a través de una canalización subterránea que discurría bajo las calles de Quart y Caballeros.Hemos hablado en otras reseñas de algunos de los elementos que configuran esa red de agua potable primigenia.
Hoy nos detendremos en el acueducto subterráneo que durante seis kilómetros trasporta el caudal desde las instalaciones de La Presa de Manises hasta el edificio de Los Filtros ya en el núcleo urbano de la población.
Es posible detectar el trazado del acueducto a su paso por el terreno de huerta que se extiende entre el polígono industrial de La Cova y el cauce del rio Turia. Observaremos una larga línea de terreno elevado sobre un murete escalonado y flanqueada por una serie de hitos o mojones troncopiramidales, que recuerdan que la conducción hídrica pertenece administrativamente al ayuntamiento de Valencia, a pesar de estar situada en terrenos maniseros. Durante el recorrido encontraremos otros elementos como chimeneas de ventilación e incluso un panel cerámico conmemorativo de la construcción de esta primera red de agua potable con la que contó la ciudad de Valencia.
En la población de Siete Aguas se encuentra la Cruz Pairal (o Peirón), que cuenta con una singularidad que la diferencia de otras cruces de término similares: fue erigida para señalizar la frontera entre los reinos de Castilla y Valencia.
Construida en 1432 por orden del Conde Berenguer-Mercader marcó el límite de ambos reinos hasta 1851, año en que la comarca castellana de Utiel-Requena fue incluida en la provincia de Valencia convirtiendo así al rio Cabriel en la nueva frontera oficial.
La cruz, de estilo gótico flamígero, está labrada con motivos religiosos representados por las figuras de San Antonio, San Francisco, Cristo Crucificado y la Virgen con el Niño. Un trenzado vegetal enlaza por ambas caras el escudo de armas de los Berenguer-Mercader. Aunque la base y la columna han sido restauradas, el capitel y el crucero son los originales.
En origen, la Cruz Pairal estuvo situada en la partida de las casas de la Contienda, junto al Camino Real. Tras varios cambios de emplazamiento, actualmente se encuentra ubicada en el parque de la Glorieta, a la entrada a Siete Aguas.
El diario digital ValenciaNews se hace eco de la nueva edición de la ruta Camins de Cinema que organizamos en colaboración con nuestros amigos de Caminart y que tendrá lugar mañana viernes a las 22 horas.
Ven a conocer a una Valencia de Cine a través de sus orígenes, películas, salas de proyección, anécdotas y lugares de rodaje. Últimas plazas!!
Enlace ValenciaNews: https://valencianews.es/cultura/visita-guiada-por-la-historia-de-los-cines-de-valencia/
Para apuntarse, aquí : https://www.caminart.es/rutas/caminsdecinema/
En la Catedral de Valencia se esconden toda clase de criaturas asombrosas que, con paciencia y buenas dotes de observación, seremos capaces de encontrar.
Junto a la puerta de acceso a la capilla del Santo Cáliz un hombrecillo totalmente cubierto de vello es atacado por unas bestias. Se trata de un homo sylvaticus, imagen recurrente en la iconografía medieval que representa al hombre salvaje que vivía en los bosques, cuyos rasgos lo emparentan con seres del folclore universal como hombres-lobo, yetis, bigfoots, sasquatchs o basajauns.
Situada sobre un estratégico promontorio que domina el Valle de Ayora, la bella población de Jarafuel conserva un casco antiguo de enrevesado urbanismo que remite a su origen árabe. En la parte alta, arremolinado a los pies del castillo, se extiende el laberinto de empinadas callejuelas, placetas y atzucacs que configuran los barrios de La Peña, Solana y Morchón.
En este último, el más antiguo, encontraremos el pintoresco Callejón de los Mudos, un estrecho paso de de siete metros y medio de longitud y una anchura media de 50 centímetros (48 en su parte más estrecha y 70 en la más ancha).
Sin lugar a dudas, el Callejón de los Mudos es uno de los más estrechos de la Comunidad Valenciana y podríamos aventurar que posiblemente el que más…¿Alguien podría indicarnos otros candidatos al puesto?
Entre los términos de Paterna y Ribarroja, teniendo como límite natural el cauce del rio Turia, se extiende La Vallesa, un magnífico ejemplo de bosque mediterráneo que ha conseguido preservar su esencia natural a pesar de la presión urbanística de las zonas residenciales que lo circundan ejercen sobre él.
Como todo bosque que se precie, La Vallesa guarda un secreto: en lo más profundo de su arboleda se esconde en forma de tesoro hidráulico un antiguo lago artificial rodeado de espesa vegetación, que su entorno en una bella estampa paisajística.
El lago, situado en una zona privada del bosque perteneciente a la familia Trénor, funciona como embalse, del cual parte un acueducto por el cual discurre la acequia que abastece los campos de regadío de la vecina finca de la Vallesa de Mandor. El acueducto, rematado por una elegante balaustrada transitable, consta de 10 arcos (algunos de ellos cegados), que salvan el desnivel formado por el barranco de Mandor. La construcción tiene una longitud de 82 metros, una anchura de 80 centímetros y mide 11 metros en su punto más alto.
Muy cerca de allí, ya en campo abierto, se levanta la Lloma de Betxí, un yacimiento arqueológico de la Edad de Bronce (datado entre 1800 y 1300 a.C), acondicionado para las visitas y que merece la pena conocer.
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